lunes, 10 de diciembre de 2018

Reseña: París era una fiesta. Ernest Hemingway.

París era una fiestaTítulo: París era una fiesta
Título original: A Moveable Feast
Autor(a): Ernest Hemingway
Año: 1964
Género: Biografía

Puntuación: 2/5



SINOPSIS

París era una fiesta, el primer escrito de Hemingway que vio la luz póstumamente, despliega el mítico panorama de la ciudad de París, la capital de la literatura americana hacia 1920. La obra es una mezcla fascinante de paisajes líricos y agudamente personales, con otros más contundentes y anecdóticos en torno a sus años de juventud en aquel encantado lugar en el que fue «muy pobre pero muy feliz»en un tiempo de ilusión entre dos épocas de atrocidad.
Diario del hombre y del escritor, crónica de una época y una generación irrepetibles, este texto alinea en sus páginas a figuras como Gertrude Stein, Ezra Pound, Scott Fitzgerald o Ford Madox Ford. El París cruel y adorable, poblado por la extraordinaria fauna de la «generación perdida» y sus precursores, el ideal de juventud para Hemingway, protagoniza este vivaz testamento tan entremezclado de realidad, deseo y remembranza.


RESEÑA

Desde que estuve un año de Erasmus en París he querido leer este libro.Una de nuestras frases favoritas y que usábamos constantemente era: “If you are lucky enough to have lived in Paris as a young man, then wherever you go for the rest of your life, it stays with you, for Paris is a moveable feast.” Esta frase la escribió Hemingway a un amigo en una carta y de ahí tomó nombre el libro.

Hemingway (Hem o tatie o Ernesto, como le llamaban cariñosamente) recibió, veintiocho años después de haber vivido en París, dos polvorientas maletas con papeles, notas, borradores y recortes de periódicos olvidados. A partir de entonces se puso a escribir París era una fiesta, a partir de los apuntes de aquella época de entreguerras. "Fui muy pobre y muy feliz"Los cambios de residencia, la parte final agónica y un delirio generalizado, complicaron la terminación del libro. Mary Welsh, ex periodista de Time y última esposa de Hemingway, puso orden en el caos porque Hemingway no era ya capaz de escribir.



En esta novela se entremezclan la excitación de la posguerra, las delicias de la gastronomía francesa, el amor por Hadley, su primera esposa, la práctica de los deportes (boxeo, pesca, esquí), la afición a las apuestas en los hipódromos, la galería de amigos, la obsesión por el dinero, los viajes constantes. Todo está aquí palpitante, vivo y cargado de infinita nostalgia


"Pero París era una ciudad muy vieja y nosotros éramos jóvenes, y allí nada era sencillo, ni siquiera el ser pobre, ni el dinero ganado de pronto, ni la luz de la luna, ni el bien ni el mal, ni la respiración de una persona tendida a mi lado bajo la luz de la luna."

A través de capítulos entre saltos de tiempo, Hemingway describe su vida diaria en París, junto con su mujer y su hijo, su amistad-enemistad con Gertrude Stein, su relación con Sylvia Beach, dueña de la famosa librería Shakespeare and Co, su devoción por Ezra Pound, su disonancia con Scott Fitzgerald al que admiraba y despreciaba al mismo tiempo, y a muchos otros pintores, escritores y poetas que convivieron en París al mismo tiempo que Hemingway.


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Ernest Hemingway y Sylvia Beach en la librería Shakespeare and Co

Aunque Hemingway describe el libro como obra de ficción, se sirve de la misma para contar algunas verdades: "Si el lector lo prefiere, puede considerar el libro como obra de ficción. Pero siempre cabe la posibilidad que un libro de ficción arroje alguna luz, sobre las cosas que fueron antes contadas como hechos". Nos muestra la realidad de la vida de París en los años 20 y los entresijos de las relaciones entre artistas y críticos, con envidias, lealtades y charlas filosóficas, todo ello regado por abundante alcohol.

"De pie, miraba los tejados de París y pensaba: “No te preocupes. Hasta ahora has escrito y seguirás escribiendo. Lo único que tienes que hacer es escribir una frase verídica. Escribe una frase tan verídica como sepas”. De modo que al cabo escribía una frase verídica, y a partir de allí seguía adelante."

De primeras pensé que me encantaría este libro y aunque he disfrutado de muchas descripciones del París que yo conocía, no he conseguido apreciar el estilo de la prosa de Hemingway. Este libro se sucede como una letanía de capítulos caóticos, sin orden y concierto, repleto de diálogos inconexos y descripciones de personajes de los que muchas veces no conocemos ni el nombre, saturado de prejuicios en una ciudad que irradia los sueños y caprichos de Hemingway.


Es posible que mi puntuación haya sido tan baja por las grandes expectativas que tenía del libro pero no he congeniado con Hemingway ni con sus coetáneos, con sus extravagancias, prefiriendo gastar en bebida y comida antes que en ropa, sus incoherencias, amando y odiando a una persona al mismo tiempo, sus prejuicios rápidos y su complejo de superioridad, creyéndose mejor que Fitzgerald habiendo publicado ya éste una novela de éxito (El Gran Gatsby).
Lo mejor, la ambientación. Y es que... siempre nos quedará París.


"París no se acaba nunca, y el recuerdo de cada persona que ha vivido allí es distinto del recuerdo de cualquier otra. Siempre hemos vuelto, estuviéramos donde estuviéramos, y sin importarnos lo trabajoso o lo fácil que fuera llegar allí. París siempre valía la pena, y uno recibía siempre algo a trueque de lo que allí dejaba. Yo he hablado de París según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy felices."

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