lunes, 30 de marzo de 2020

Reseña: Estelar (2). Brandon Sanderson.

EstelarTítulo: Estelar
Título original: Starsight
Autor(a): Brandon Sanderson
Año: 2019
Género: Fantasía. Aventuras.

Puntuación: 5/5



SINOPSIS

Este es el segundo libro de una serie épica sobre una chica que guarda un secreto en un peligroso mundo en guerra por el futuro de la humanidad. En él continúan las aventuras de Spensa Nightshade, la joven piloto que ha conseguido un puesto en el escuadrón de defensa de la humanidad contra los ataques alienígenas.

En realidad, ella siempre quiso ser piloto: poder probar que es una heroína, como su padre. Y aunque llegó a lo más alto, los secretos que desenmascaró sobre su padre fueron aplastantes. Los rumores sobre su cobardía resultaron ciertos. Abandonó su vuelo durante la batallas contra los krell. Peor aún, se volvió contra su equipo y los atacó. Sin embargo, Spensa está segura de que hay aún más por descubrir en esa historia. Y, si es necesario, viajará hasta el fin de la galaxia para salvar a la humanidad.


RESEÑA

La primera parte de esta saga, Escuadrón, me devolvió la magia de Sanderson aunque esté fuera del Cosmere, el universo donde se desarrollan la mayoría de libros del autor. Prácticamente después de devorar el primer libro e lancé a por esta segunda parte y la he disfrutado como nunca. Cuidado si no habéis leído Escuadrón, hay spoilers.

Spensa Nightshade, identificador Peonza, es una piloto de la Fuerza de Defensa Desafiante y lucha contra los krells que mantienen a su planeta, Detritus, bajo ataque constante. Los krells son en realidad un grupo de alienígenas encargados de mantener a los humanos retenidos en Detritus, una mezcla entre cárcel y reserva natural para lo que queda de la civilización humana tras su huida de la Tierra. Los krells pertenecen en realidad a una coalición intergaláctica denominada la Supremacía y, aunque previamente se contentaban con tener entretenidos a los humanos en sus batallas aéreas entre cascotes que caen del cinturón de escombros que rodea a Detritus, ahora se han vuelto más agresivos y parece que pretenden aniquilar a la población humana. Para sus combates, los krells utilizan drones controlados por remoto, pilotados por alienígenas que manejan estos drones mediante comunicaciones superlumínicas, y en muy escasas situaciones utilizan naves tripuladas. La Supremacía prohíbe el uso de inteligencias artificiales y además tiene limitado el uso de las comunicaciones superlumínicas por lo que intentan controlar o destruir a las personas capaces de detectar en el espacio dónde se producen esas comunicaciones superlumínicas: los citónicos.

Antes de que Spensa consiguiera convertirse en piloto, en Detritus todos tenían miedo de las personas que tenían el "defecto", personas que podían escuchar las estrellas. Su padre era una de esas personas, y en una batalla crucial contra los krells escuchó las estrellas, atravesó el cinturón de escombros y atacó a sus propios compañeros de escuadrón cuando regresó, por lo que tuvieron que derribarlo.
Spensa descubrió que ella también tenía el "defecto", que era una citónica, y como tal podía escuchar el lugar donde se producía la comunicación superlumínica. Spensa lo llamaba la ninguna-parte, una dimensión en la que no se aplicaban las reglas de la física y donde vivían unas criaturas que la veían con sus ojos brillantes y que sentían un odio intenso hacia todo aquel que cruzara sus dominios, que se denominaban zapadores. Gracias a esta capacidad, Spensa puede oír las órdenes que los pilotos transfieren a sus drones en remoto, lo que supone una gran ventaja en la batalla. Además, en una ocasión, logró teleportar su nave con inteligencia artificial, M-Bot, gracias a sus poderes aunque de manera accidental. La teleportación solo es posible realizarla a través de  las personas citónicas o a través del llamado "hipermotor citónico".


"¿Sabes qué es lo peor de estar al mando, Peonza? —No, señor.
—La perspectiva. Cuando eres joven, das por sentado que los mayores comprenden en qué consiste la vida. Pero cuando te ponen al mando, te das cuenta de que todos somos esos mismos chavales, solo que con cuerpos envejecidos."

Con la lucha contra los krells en su punto álgido, el almirante Cobb sugiere a Spensa que la única opción para sobrevivir es conseguir la tecnología del hipermotor citónico que utiliza la Supremacía para teleportar sus naves y viajar entre las estrellas, de modo que la humanidad pueda escapar de Detritus. Durante una batalla, una nave alienígena se estrella en Detritus tras contactar accidentalmente con Spensa. Se trata de una mujer humanoide con piel violeta que se llama Alanik de UrDail del planeta ReAlba, que iba de camino a la estación comercial más importante de la Supremacía, Visión Estelar. Antes de desmayarse, Alanik le pide a Spensa que no confíe en la falsa paz que ofrece la Supremacía y le "envía" a su mente las coordenadas que le permitirán teleportarse a Visión Estelar. En ese momento Spensa decide aprovechar la oportunidad única de infiltrarse en la Supremacía convirtiéndose en Alanik (gracias a una tecnología holográfica espectacular cortesía de M-Bot) y se teleporta a Visión Estelar junto con M-Bot y su mascota Babosa Letal.



Gracias a las coordenadas "telepáticas" de Alanik, Spensa aterriza en la estación espacial Visión Estelar, y gracias al transpondedor en forma de alfiler de Alanik es capaz de traducir el idioma y comunicarse con los alienígenas. El gobierno de la Supremacía está formado por cinco razas principales que son los ciudadanos primarios (entre los que se incluyen los krells o varvax, y les diones) pero también cuenta con numerosas especies que son consideradas ciudadanos secundarios y como tales disfrutan de ciertas ventajas, como tener acceso a los núcleos galácticos y poder utilizar los hipermotores citónicos de la Supremacía. Sin embargo hay algunas especies inferiores que según la Supremacía no han alcanzado la inteligencia primaria y son demasiado agresivas; y otras, como la de Alanik, que se aliaron con los humanos en alguna de las tres guerras en las que los humanos intentaron hacerse con el control de la galaxia.
En Visión Estelar es recibida por Cuna, une dione integrante del Departamento de Integración de Especies. Cuna le explica que las personas citónicas (que son lo que utiliza el planeta de Alanik para transportarse ya que carecen de la tecnología de los hipermotores citónicos de la Supremacía) son las que atraen a los zapadores cada vez que realizan un salto hiperespacial. Una vez que los zapadores se encuentran en la galaxia, son capaces de detectar todas las comunicaciones hiperlumínicas y se dedican a destruir un planeta tras otro. Por eso ahora la Supremacía solo utiliza los hipermotores citónicos y tiene limitadas todas las comunicaciones superlumínicas, al igual que evitan usar inteligencias artificiales. Actualmente están reclutando pilotos procedentes de las especies inferiores para poder hacer frente a los zapadores, ya que los ciudadanos primarios son esencialmente pacíficos, al mismo tiempo que desarrollan un arma secreta para combatirlos. Esta labor está a cargo del Departamento de Servicios de Protección, bajo el mando del krell Winzik, que también se encarga de gestionar el resto de amenazas externas a la Supremacía, incluyendo el contener la plaga humana en sus prisiones.


"Por los santos y las estrellas... Había cimentado por completo mi respuesta visceral a aquella persona en el hecho de que no sabía sonreír bien."

Spensa debe mantener su fachada infiltrándose como Alanik en el programa de pilotos de la Supremacía para tener la opción de robar la tecnología de los hipermotores citónicos y además aprender cómo funcionan sus propios poderes para poder volver a casa. Mientras se entrena en un laberinto zapador lleno de ilusiones proyectadas, formando un escuadrón junto a otras cuatro naves (una pilotada por une dione nonata, otra por una quimera, otra por una humana que ha aprendido a odiar a los humanos y la última por un grupo de criaturas que recuerdan a los zorros llamadas kitsen), Spensa intenta abstraerse de la lucha política entre Winzik, que desea eliminar por completo a los humanos de Detritus, y Cuna, que cree que necesitan en la Supremacía especies más agresivas (como la de Alanik) para poder combatir con éxito a los zapadores.

Como siempre, Sanderson me deslumbra con su imaginación con cada libro que escribe. En esta saga Sanderson cambia la magia por ciencia y nos centra en una galaxia en la que los humanos están confinados en un mundo rodeado por un cinturón de escombros y bajo el ataque constante de los alienígenas, que se han aliado en una coalición llamada la Supremacía. En esta segunda parte abandonamos el árido y rocoso planeta Detritus para vivir en Visión Estelar, una estación espacial donde los alienígenas viven como "personas" normales, rodeados de comodidades. Me ha gustado mucho el toque de humanidad que Sanderson regala a este entorno galáctico, ya que aunque haya multitud de razas, naves y planetas distintos, todos tienen ese toque humano en su forma de vivir y de relacionarse, aunque cada especie tenga sus particularidades.


"Busqué mi hogar desesperada entre los miles de estrellas. Pero era imposible, y lo que fuese que creía haber oído no regresó. Solo quedó un eco fantasmal en mi mente. «Una heroína no escoge sus desafíos.»"

Sanderson es capaz de crear personajes increíbles, que son en definitiva lo que dota de magia a sus novelas. Me ha gustado especialmente conocer un poco más acerca de los krells, ya que en el primer libro solo los vemos de lejos, y descubrir a les diones, complejos y muy diferentes a cualquier otro personaje. El lenguaje inclusivo de Sanderson al hablar de les diones, ya que no tienen un género definido hasta que se aparean, y la peculiaridad de que pueden elegir la personalidad de sus bebés creando seres "de prueba" formados a partir de sus dos progenitores, me ha parecido de los más originalPor otra parte me ha apasionado la explicación de los zapadores, como auténticos dioses que consideran a los demás como pequeñas hormigas molestas que tienen que destruir.

imagePero los personajes secundarios son solo el aperitivo si nos centramos en la auténtica protagonista, Spensa, y en su flamante "córcel", su nave con inteligencia artifical M-Bot. Spensa es audaz y honesta, aunque en ocasiones se deja llevar demasiado por el fragor de la batalla, pero siempre está dispuesta a confiar en los demás. Aunque la estructura es la misma que en el primer libro: es asignada a un equipo, conoce a personajes secundarios e intenta cumplir la misión, Spensa consigue que te enganches a su nueva aventura, llena de traiciones, engaños y deslices varios sin que sus compañeros descubran quién es en realidad. Además M-Bot se convierte en mucho más que un recurso humorístico, me encanta su evolución de máquina a "más persona" y me he reído muchísimo con sus ocurrencias y con sus insultos contra los seres orgánicos.

La trama principal vuelve a centrarse en lo mismo: Spensa debe conseguir evitar el fin de la humanidad. Sin embargo, Sanderson demuestra que es capaz de ir dosificando el suspense, haciendo que la acción fluya progresivamente hasta un auténtico frenesí en un final sorprendente. He devorado todas las respuestas a dudas que tenía del primer libro, aunque me he quedado con muchísimas incógnitas más, que me llevan a imaginar teorías disparatadas y a mantenerme enganchada desde principio a fin.
Alternando los capítulos principales con pequeños interludios, Sanderson también nos deja asomarnos a lo que está ocurriendo en Detritus, aunque me hubiera gustado que profundizara un poco más en lo que le está sucediendo a Jorgen, desarrollando una trama paralela con más fuerza, que supongo que estará reservando para el siguiente libro. Y como siempre me pasa cada vez que termino un libro de Sanderson, estoy deseando que salgan los siguientes libros. El 3 y el 4 se publicarán en principio en 2021 y 2022 respectivamente, y al contrario que otros autores, Sanderson no suele retrasar sus fechas de entregas.

"—Cobb —dije, acercándome más—. Lo de ahí fuera no son monstruos sanguinarios. Son solo personas. Gente normal, con vidas, y amores, y familias. —¿Y contra qué pensabas que estábamos luchando todos estos años? —preguntó Cobb. —Eh... No lo sabía. Contra criaturas de ojos rojos y sin rostro. Contra destructores implacables. Lo cual no se alejaba mucho de cómo veían ellos a los humanos. —Eso es lo que es la guerra —me dijo Cobb—. Un hatajo de imbéciles lamentables y desesperados en los dos bandos que solo intentan salir vivos. Es la parte que dejan fuera esas historias que te encantan, ¿verdad? Siempre es más conveniente si puedes luchar contra un dragón. Contra algo de lo que no tengas que preocuparte por si empieza a importarte."

En conclusión, una secuela espectacular que se desarrolla en una estación espacial al más puro estilo Guardianes de la Galaxia, en la que una joven debe infiltrarse entre el enemigo para salvar a la humanidad. Impresionante, como todo lo que escribe Sanderson.

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