Título original: Reliquary
Género: Policiaco. Thriller.
Puntuación: 5/5
Sinopsis
Cuando la policía encuentra dos
esqueletos unidos en un abrazo en un río de Manhattan, Margo Green,
conservadora del Museo de Historia Natural, es invitada a colaborar en la
investigación, no solo por sus conocimientos antropológicos sino por su
experiencia el año anterior cuando se enfrentó con una horrenda bestia que
andaba suelta por los sótanos del museo. Los esqueletos presentan señales de
violencia y unas grotescas anormalidades que apuntan a una sola cosa: el
despertar de una pesadilla dormida. Al misterio de los esqueletos se suma una
serie de brutales crímenes. Con la ayuda de un teniente de policía, un
enigmático agente del FBI y un eminente científico, Margo indaga el origen de
los asesinatos. La investigación los llevará a un pavoroso laberinto de
túneles, cloacas y galerías horadado bajo Manhattan, donde se revela por fin el
verdadero secreto de la Bestia del Museo.
Reseña
Segundo libro de la saga de
Aloysious Pendergast.
La historia la cuenta un narrador
omnisciente que nos vuelve a llevar a la ciudad de Nueva York donde una oleada
de crímenes está aterrorizando la ciudad. Margo Green se encuentra ayudando al
teniente Vincent D'Agosta y al doctor Frock para intentar desentrañar el origen
de los asesinatos. El agente especial del FBI Aloysious Pendergast vuelve a
aparecer misteriosamente resolviendo todos los enigmas con esa inteligencia que
le caracteriza.
Éste es uno de mis libros favoritos de Pendergast. Aunque todos los libros cuentan historias independientes, éste en particular es básicamente la continuación de El Ídolo Perdido, apareciendo en él los mismos personajes, por lo que es recomendable leerlos en orden. ¡Ojo, hay SPOILERS!
Cuando creíamos que ya habíamos terminado con la terrible Bestia del Museo o Mbwun (nombre que proviene de la planta de la que se alimenta, la Liliceae Mbwunensis) aparecen en Nueva York unos seres rugosos que se dedican a matar a todos aquellos que se les ponen a tiro, fundamentalmente los sintecho que habitan en los miles de túneles subterráneos bajo la ciudad. Este libro se acerca de una forma nunca vista a los vagabundos y los topos del metro de Manhattan, algo en lo que nunca te paras a pensar pero que están en todas las ciudades del mundo.
Por supuesto, Pendergast cobra
protagonismo en cuanto aparece, estoico y silencioso, con todas las respuestas
dentro de su traje eternamente negro, parece increíble que una sola persona sea
capaz de saber tantas cosas sobre tantos temas distintos. Me encanta la
relación de confianza que crea con Vincent D'Agosta al que, por alguna razón,
considera como igual y capacitado de ayudarle a resolver los crímenes.
Lamentablemente, ambos se ven entorpecidos por Bill Smithback, periodista del
New York Post, que se las arregla para estar siempre metido en todo el meollo;
no me ha llegado a gustar nunca su personaje.
El final me dejó anodada
(SPOILER: ya no me acordaba de Greg Kawakita del libro anterior y aunque el
doctor Frock siempre me había caído mal, no le creí capaz de tales vilezas) y
me hizo amar más aún al detective Pendergast.
Mi frase favorita
"En fin —pensó Smithback—,
es interesante ver que todas las clases sociales se comportan igual al amparo
de una turba desenfrenada."
"Mi problema es,
sencillamente, que no puedo quedarme al margen de un caso interesante. Un
hábito molesto, pero difícil de abandonar."
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